La licencia para máquina tragaperras es necesaria cuando vas a tener una máquina de este tipo en tu local de hostelería. Además, también hay que pagar impuestos sobre las ganancias que se obtengan de la máquina. En definitiva, hay una serie de trámites y de pagos que hay que realizar para que todo sea legal y puedas contar con una de estas tragaperras.
Pero hay otro camino mucho más sencillo para conseguir tu máquina, lograr grandes ganancias y no tener que realizar prácticamente ninguna gestión. Solo extender la mano para cobrar ganancias: firmar un contrato con una empresa de recreativos.
¿Por qué un acuerdo con una empresa distribuidora?
Las empresas distribuidoras ofrecen una serie de ventajas a los establecimientos de hostelería que les permiten disfrutar de las ganancias sin tener que preocuparse de nada más:
- Se encargan de asesorar sobre cuál es la máquina más apropiada para el establecimiento. En función de diferentes factores, pueden recomendar una u otra máquina para un local.
- Gestionan todos los permisos. Ellos se encargan de todo el papeleo y de que la máquina esté totalmente en regla. Sin tener que ocuparse de nada.
- Se encargan del pago de los impuestos. El pago puede quitarse de la recaudación o puede ir al margen, según el contrato que se haya establecido con el cliente, pero en cualquier caso, este no tendrá que ocuparse de nada y las ganancias que se le entreguen serán limpias.
A cambio, el hostelero solo tiene que colocar la máquina en un lugar visible y pagar el recibo de la luz, en el que tampoco va a notarse demasiado que hay una máquina recreativa conectada. Una fuente de ingresos de gran ayuda y que no da quebraderos de cabeza.
¿Cómo se sabe cuánto se va a ganar?
En el contrato se establece el porcentaje de la recaudación que corresponde al hostelero. Lo habitual es que sea en torno al 50%. Cuando el encargado de la máquina acude, la abre y se hacen las cuentas allí mismo, por lo que no hay ni trampa ni cartón. Siempre se sabe cuánto se ha conseguido de caja y se obtienen los beneficios acordados.
El dueño del establecimiento no tiene la llave de la máquina, por lo que solo se puede abrir cuando acude el empleado de la empresa va realizar las gestiones. Ambas partes están así protegidas de posibles engaños.