Desguace, tan solo oír esa palabra nos viene a la mente chatarra, coches viejos en desuso. Los desguaces toda la vida han sido lugares donde la gente que ya no quería su viejo coche, o gente que con un accidente les daban el coche por siniestro total, los llevaban allí de manera que fácilmente podían deshacerse de ellos sin ninguna complicación. Ahora lo que hiciera el dueño del desguace con ellos ya era cosa suya, por lo menos ellos ya se habían quitado un peso de encima. Normalmente eran lugares poco fiables, donde de lo que se trataba era de sacar dinero. No tenían que rendir cuentas a nadie y tampoco explicaban a donde iban todos los residuos tóxicos que le sacaban ala coche. En la mayoría de los casos estos residuos acababan vertidos en alcantarillados y todos sabemos el fin al que llevan esas tuberías.
Desde luego y para suerte de todo esto ha cambiado y mucho, ya que entró una nueva ley en la que homologaba a los desguaces de manera que ahora se hagan llamar Centros Autorizados de Tratamiento de residuos al final de su vida útil. Claro los propietarios de estos lugares han tenido que invertir cantidades grandes de dinero de manera que todo se adapte a la normativa nueva. Hoy en día no todo el mundo puede abrir un desguace de buenas a primeras ahora si alguien quiere entrar en esta empresa debe cumplir unos requisitos indispensables. De manera que podamos encontrarnos sitios ilegales todos deben tener de una manera visible su licencia de apertura, un documento imprescindible para abrir un negocio.
Y es que los españoles ya estamos hartos de que se nos engañe, ya no solo los políticos sino que también en la calle. Es por ello que a la horas de acudir a cualquier sitio, sea desguace o se a otra cosa debemos llevar los ojos bien abiertos de manera que en ningún sitio nos den gato por liebre. Es tan fácil como no fiarnos de los que nos regalen o prometan eso siempre es un engaño, nadie da duros por pesetas y si nos ofrecen algo gratis debemos rechazarlo en el momento. En todos sitios cuecen habas pero si somos precavidos no tienen porque engañarnos. En tiempos de crisis parece que todo es válido y desde luego nada más lejos de la realidad, debemos sobrevivir pero no a costa de los demás.